Mi exigencia…Siento un magnetismo especial por la belleza y puedo estar horas buscando un lugar con encanto para tomar una taza de té o el banco ideal para leer un libro. Eso me ha llevado a descubrir lugares impresionantes y a conocer personas muy especiales. Sin embargo, algo que aparentemente no tiene nada de malo, en realidad me muestra lo exigente que soy con todo y conmigo misma. Mi tarea desde hace un año es abrazar la fealdad como parte de la vida, como dice mi querido terapeutaHéctor Jorge Aymerich. Gracias a hacer consciente ese rechazo puedo darme cuenta de lo importante que es abrazar la vida tal y como se presenta. Mi sensibilidad…Saberme sensible y no esconder esa parte de mí. Me acuerdo del primer día que probé un Gyokuro (preciado té verde japonés). Mis palabras fueron: “Me siento como un bebé ante un sabor nuevo”, mientras se me llenaban los ojos de lágrimas y se me ponía el vello de punta. Sí, ser extremadamente sensible tiene sus cosas buenas como emocionarte con todo como una niña pequeña o vivir intensamente las cosas más sencillas y casi imperceptibles para muchos de los mortales, pero no siempre es fácil digerir tanta emoción desbordada. Si no, que se lo cuenten a mi querido intestino delgado… Vivirlo todo…En esta trastienda me muestro ante ti sin máscaras.He elegido esta foto porque estoy mirando al mar con mi sobrino Jesús, uno de mis maestros de vida, y en mi mano derecha sujeto un libro muy inspirador:“Vivirlo todo”deMaría Marco, un ángel caído del cielo. Me quedo con este título para repetirlo como un mantra que me invita a abrazar la vida tal y como es.
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